La novela española desde la guerra civil
La primera consecuencia de la Guerra Civil en la novela es la división entre los novelistas que escriben en el exilio y los novelistas del interior. Los primeros, que sufren el dolor del exilio por su apoyo a la República, evolucionan libremente en los diferentes países de acogida ( Méjico, Argentina…). Los segundos escriben en una España devastada por la guerra y sumida en la miseria, siempre controlados por la censura que vigilaba cualquier atisbo de crítica a la nueva situación política o desviación de la moral católica.
Como era de esperar, los temas relacionados con la Guerra Civil aparecen en ambas novelas, pero con un tratamiento muy diferente: triunfalismo militarista en los novelistas del bando franquista y conciencia social y actitud solidaria con los pobres en la novela del exilio. En medio quedan los novelistas que viven con desesperanza las circunstancias de la posguerra en España: destrucción, pobreza, clima cultural asfixiante por la falta de libertades…Debido a la censura, este desolado panorama aparecerá de forma indirecta, en la novela tremendista y existencial de los años 40.
Los novelistas del exilio.
Ramón J. Sender se había iniciado en los años 30 con novelas de compromiso político como Imán, sobre la guerra de Marruecos. En el exilio escribe sobre la Guerra Civil novelas como Crónica del alba (1942) y sobre todo Réquiem por un campesino español (1953), que muestra el proceso de concienciación social y política de un campesino aragonés, Paco, hasta su fusilamiento por una partida franquista.
Max Aub., destacado dramaturgo con obras sobre el tema de la Segunda Guerra Mundial, escribe en el exilio una serie de seis novelas agrupadas bajo el título de El laberinto mágico.
Francisco Ayala se inicia en la narrativa vanguardista en los años veinte ( Cazador en el alba, 1930). En el exilio escribe una narrativa realista de contenido político y social. Muertes de perro es una novela indigenista que muestra la corrupción y el envilecimiento del ser humano bajo el poder de una dictadura. La ambientación es americana, pero la crítica alcanza a la podredumbre del poder político en general.
Rosa Chacel escribe en el exilio novelas introspectivas centradas en la psicología de los personajes femeninos. Destaca entre ellas, Memorias de Leticia Valle (1946). Tras la muerte de Franco, recibe en 1976 el Premio de la Crítica por Barrio de maravillas.Manuel Andújar comienza su actividad narrativa en el exilio. Su trilogía Vísperas se sitúa en la España anterior a la guerra a través de tres novelas ambientadas en el campo, las minas y el mar.
La década de los 40
La novela escrita en España en la década de los 40, tras la Guerra Civil, busca su referencia en el realismo tradicional de la novela burguesa del siglo XIX ( Galdós, Clarín, etc..) lo que supone un retroceso estético. Factores negativos para su desarrollo son: las prohibiciones de la censura, el aislamiento del país de las corrientes innovadoras de la novela extranjera y la ruptura con la novela española anterior a la guerra. Se reconocen varias tendencias, todas de estilo tradicional:
Novela ideológica de exaltación heroica y nacionalista, escrita desde la ideología de los vencedores y centrada en la Guerra Civil. Rafael García Serrano: La fiel infantería (1943).
La novela realista tradicional, al estilo de Galdós o Baroja. Refleja la vida de la burguesía, sus valores y comportamientos. Destacan en esta tendencia Juan Antonio Zunzunegui e Ignacio Agustí (Mariona Rebull).
Novela humorística de humor evasivo e intrascendente con Wenceslao y Darío Fernández Flórez. La novela tremendista. Con el nombre de la primera se motejó a una novela que insiste en una realidad degradada y miserable con personajes casi patológicos que destapan sus instintos más brutales. La primera novela de este tipo es La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela. Se trata de una novela autobiográfica basada en la ficción del «manuscrito encontrado»: una carta en la que el protagonista relata a modo de explicación los antecedentes familiares ( padre brutal, madre alcohólica…) y sociales ( la vida miserable del campo…) que le han conducido a cometer una cadena de crímenes y finalmente a la condena a muerte. |
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La década de los 50.
En los años 50 surge una novela que pretende testimoniar la realidad de la sociedad española escamoteada por la literatura oficial. Temas de esta novela son: la vida precaria de la nueva clase obrera surgida de la industrialización (ver introducción), la miseria de los campesinos, la falta de oportunidades de una juventud desmoralizada y, en fin, la existencia abúlica de una burguesía amoral o anclada en los prejuicios más rancios.
La forma presenta unos rasgos comunes influenciados por la novela extranjera que entra ahora en España al calor de una censura menos rígida: el conductismo de la novela norteamericana del periodo de entreguerras, el humanitarismo de la novela y el cine neorrealista italiano de la posguerra mundial, y la novela objetivista francesa. Características generales de esta novela son: |
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Objetivismo y renuncia al narrador omnisciente del realismo tradicional. La novela presenta sólo las acciones, las palabras de los personajes y los ambientes sin interpretarlos. En los casos más extremos la novela renuncia al análisis psicológico.
Pierde importancia el protagonista individual o es sustituido por un protagonista colectivo.
Reducción del tiempo y del espacio. La novela no pretende ser un fresco total de la sociedad, sino reflejar selectivamente un estado de la misma.
Es una novela sencilla de estructura y estilo que da más importancia al argumento que a la riqueza del lenguaje.
Tendencias dentro del realismo de los 50:
Neorrealista. A su postura solidaria y cívica añaden la preocupación por los problemas existenciales del individuo en una sociedad mediocre. Los personajes de estas novelas carecen frecuentemente de objetivos o estos son convencionales.
Figuran en esta tendencia: Ignacio Aldecoa (El fulgor y la sangre), Jesús Fernández Santos (Los Bravos), Carmen Martín Gaite (Entre visillos) y Rafael Sánchez Ferlosio (El Jarama, 1956).
Realismo social. Otros novelistas adoptan un realismo crítico, generalmente influenciado por las ideas marxistas, y conciben la novela como instrumento para denunciar y erradicar las injusticias sociales. Es frecuente la oposición de los personajes-tipo del burgués explotador y del obrero explotado o la crítica a la vaciedad de la vida burguesa.
Autores destacados del realismo social fueron Jesús López Pacheco (Central eléctrica, 1958), Armando López Salinas (La mina, 196O), Alfonso Grosso (La zanja, 1961) José Manuel Caballero Bonald (Dos días de septiembre, 1962), Juan Goytisolo (La resaca, Fin de fiesta) y Juan García Hortelano( Tormenta de verano). |
La novela experimental de los 60.
Surge a comienzos de los sesenta como reacción contra los defectos de la novela social: la pobreza del estilo, la excesiva sencillez de la estructura y la simplificación y falta de complejidad de los personajes. Muchos novelistas sociales perciben estas limitaciones e inician la renovación estimulados por las audacias narrativas de los años veinte ( el Ulisses del irlandés James Joyce, el norteamericano William Faulkner…) y de los nuevos novelistas hispanoamericanos dados a conocer en esta década en España. Este cambio de estética es semejante al que se da en la poesía y en el teatro: continúan la conciencia cívica y la crítica social, pero con tonos y formas renovados:
Características de la novela experimental:
- Perspectivismo: introducción de varios puntos de vista narrativos.
- Importancia del monólogo interior (pensamiento espontáneo del personaje, sin forma de discurso verbal ordenado) y el estilo indirecto libre.
- Mezcla de diferentes planos temporales. La narración oscila del presente al pasado retrospectivamente rompiendo el hilo narrativo y dificultando su seguimiento por el lector. Recordemos el desorden temporal de La colmena de Cela.
- La fluidez temporal, el monólogo interior y el cambio de perspectivas se reflejan en aspectos externos: división del texto en secuencias, en vez de capítulos; supresión de los signos de puntuación, etc.
- Se yuxtaponen materiales no novelescos: noticias, informes, reflexiones ensayísticas, eslóganes…
- En general es una novela con un lenguaje sumamente elaborado, a veces barroquizante, que mezcla con libertad todos los registros lingüísticos. En suma, se abandona la desnudez de estilo de la novela social.
Los novelistas experimentales
Después de Tiempo de silencio los mejores novelistas sociales del medio siglo se van pasando experimentalismo. Resultado de este cambio son varias novelas excepcionales: Señas de identidad, de Juan Goytisolo; Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, y Volverás a Región deJuan Benet).
Otros narradores de anteriores generaciones escriben también en esta década novelas experimentales: Miguel Delibes, Cinco horas con Mario;Torrente Ballester, La saga/fuga deJ.B. (1972); Cela, San Camilo 1936.
La novela experimental de Juan Goytisolo
Juan Goytisolo, además de ser el creador de novelas de gran trascendencia dentro del campo de la narrativa social y, en los años 60, de la experimental, es un excelente ensayista preocupado por los aspectos formales de la novela y por la investigación en las raíces culturales de España, En 1966 abandona el realismo social y publica Señas de identidad. Es una novela experimental, pero no ajena a la realidad española. Esta es narrada a través de la visión subjetiva del protagonista, Álvaro Mendiola, que tras su regreso de París rememora su vida en un intento de reconstruir «su identidad española extraviada». El desenlace de esta indagación es el desencanto y la constatación de que se siente totalmente ajeno a la historia y a la cultura españolas. Esta desvinculación de lo «español castizo» se ahondará en sus novelas posteriores: Reivindicación del conde don Julián y Juan sin Tierra.
Entre las innovaciones formales de Señas… destacan: el perspectivismo narrativo ( narración en primera, tercera persona objetiva y en segunda persona autorreflexiva) y la constante ruptura del orden cronológico mediante la elipsis y el contraste continuo entre los datos del presente y los evocados por la memoria. Al fragmentarismo de la novela contribuye también la introducción de diversos materiales lingüísticos de diversas procedencias: prensa, informes policiales, folletos turísticos, fragmentos en leguas diferentes, discursos líricos…etc. Los modos narrativos son igualmente diversos: narración, monólogo interior, diálogo, diálogos alternados…
La novela experimental en los años 70
La novela experimental se adentra todavía en la década de los 70 con obras de los novelistas de la generación de los 60: Juan Marsé que alcanza su madurez con su mejor novela Si te dicen que caí ( 1973 ) y Juan Benet que continúa sus novelas míticas de personajes enigmáticos en Una meditación (1970) y Un viaje de invierno (1972) y se consolida como maestro de las nuevas generaciones de narradores.
José María Guelbenzu es uno de los narradores vanguardistas más notables de esta década con su novela experimental El Mercurio(1968 ), seguida por otras como La noche en casa (1977), cuyos personajes encarnan el desencanto de una generación universitaria que luchaba contra la dictadura y ahora se recluye en lo personal.